Nací en la capital de España. Corría el año del Señor de 1956. Chamberí. Fui bautizado en la Iglesia de Santa Teresa y Santa Isabel. Me pusieron de nombre Alvaro María Carlos Estanislao. Me iba a llamar Carlos, por mi padrino, pero el sacerdote que me bautizaba era tambien tio mio materno y fui sellado desde entonces no sólo con una gracia extraordinaria sacramental, el lavado del pecado original, sino con una vocación específica: ser santo, en las manos de mi tio Alvaro, de nuestra Madre la Virgen, de mis padrinos y del santo del día de entonces. (¡Qué lejos estoy de ello!). Ahora, tras muchos avatares, vivo en Rumanía, tengo siete preciosos hijos, y me apasiona este país. Soy abogado desde los 22 años y sigo ejerciendo a los 52. Me gusta filosofar, apelar al sentido común, y atacar vehementemente las injusticias dialécticas y reales. Aunque le pido a Dios me de una mayor fortaleza y templanza, para aceptar el punto de vista ajeno, como quiero que entiendan el mío. Mano de hierro en suaves guantes.
José Luis Tierno Jiménez, mi amigo del alma, allá por el año 1999, me dedicó este poema, tras unas palabras mías sobre su magna obra Millenia, ópera en tres actos, que resume la historia de la humanidad, en siete idiomas, y que será la obra más interpretada en los siglos venideros.
Siempre hay un horizonte abierto donde, infinita, dirijes la mirada; la tierra es sal, abono de la nada; tus ojos adivinan nave y puerto.
El cielo, donde habita el universo; el cielo, esa titánica morada, donde reina la brisa en la alborada, es tu norte, tu pan y tu alimento.
Mueve tu fe montañas y fronteras, tu ilusión hija es de la cordura; yo he visto la paz, la emoción y la ternura firme el ademán, sereno el gesto.
Habla más tu corazón con el silencio, que por boca de la toga demandaran pompas rimbombantes, hueco incienso: habla el corazón en tu mirada.
Yo sólo soy amigo y testimonio, que haces de la amistad tú la bandera, que enarbolas, blandiéndola sincera, ante cualquier asechanza o demonio.
Alvaro Liniers un caballero, de la cabeza a los pies, un hombre entero.
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