Como un niño, que aprende a clamar antes de amar, y a llorar antes que a orar, así soy yo.

domingo, 7 de junio de 2009

CORAZONES PARTIDOS


Que nos armemos de paz. Lucha continua. Eso es lo que debemos hacer este mes del Sagrado Corazón de Jesús. Contamos con las armas: la oración, los sacrificios, la contemplación de los misterios del Rosario, la Presencia omnisciente de Dios, el abandono de niños, la Confesión frecuente, la Sagrada Comunión. Y la amistad. Voy a poner a mover ahora mismo en plan "general" esos medios para derrotar al enemigo. Dios es amigo. Es misericordioso, por eso nos hace sufrir. Sufrimos por amor. Sufrimos por nuestros pecados. Quien más sufre es quien más capacidad de amar tiene. Pues los animales no sufren, no son conscientes del propio dolor, sino que lo reciben y lo rechazan, pero no lo reflexionan, ni lo asumen y ni son capaces de ofrecerlo como fecundidad del grano de trigo que muere. No hay mejor amigo que el que da la vida por el amigo. No es un corazón de chocolate o de caramelo el que se nos da, sino de paz, alegría, amor."Corazones partidos, yo no los quiero; si le doy el mío, lo doy entero". Así reza una canción popular española.


Traigo a colación el ofrecimiento de la Madre Teresa al Corazón de Jesús, y sus padecimientos, en la carta que escribió al padre Picachy, un mes antes de yo nacer. Es desgarrador, pero fruto de una experiencia de dolor y amor que es propio de los más grandes santos:


"Señor, Dios mío, ¿quién soy yo para que Tú me abandones? La niña de Tu amor–y ahora convertida en la más odiada–la que Tú has desechado como despreciada–no amada. Llamo, me aferro, yo quiero–y no hay Nadie que conteste–no hay Nadie a Quien yo me pueda aferrar–no, Nadie.–Sola. La oscuridad es tan oscura– y yo estoy sola.–Despreciada, abandonada.–La soledad del corazón que quiere el amor es insoportable.–¿Dónde está mi fe?–Incluso en lo más profundo, todo dentro, no hay nada sino vacío y oscuridad.–Dios mío–qué doloroso es este dolor desconocido. Duele sin cesar.–No tengo fe.–No me atrevo a pronunciar las palabras y pensamientos que se agolpan en mi corazón–y me hacen sufrir una agonía indecible. Tantas preguntas sin respuesta viven dentro de mí–me da miedo descubrirlas– a causa de la blasfemia.–Si Dios existe, por favor perdóname.–Confío en que todo esto terminará en el Cielo con Jesús.–Cuando intento elevar mis pensamientos al Cielo–hay un vacío tan acusador que esos mismos pensamientos regresan como cuchillos afilados e hieren mi alma.–Amor–la palabra–no trae nada.–Se me dice que Dios me ama–y sin embargo la realidad de la oscuridad y de la frialdad y del vacío es tan grande que nada mueve mi alma. Antes de que comenzara la obra–había tanta unión–amor–fe–confianza–oración–sacrificio.–¿Me equivoqué al entregarme ciegamente a la llamada del Sagrado Corazón? La obra no es una duda–porque estoy convencida de que es Suya y no mía.–No siento–en mi corazón no hay el más mínimo pensamiento o tentación de atribuirme algo de la obra.Todo el tiempo sonriendo.–Las Hermanas y la gente hacen comentarios de este tipo.–Ellos piensan que mi fe, mi confianza y mi amor llenan todo mi ser y que la intimidad con Dios y la unión a Su voluntad impregnan mi corazón.–Si supiesen–cómo mi alegría es el manto bajo el que cubro el vacío y la miseria.A pesar de todo–esta oscuridad y este vacío no son tan dolorosos como el anhelo de Dios.–Esta contradicción, lo temo, va a desequilibrarme.–¿Qué estás haciendo Dios mío con una tan pequeña? Cuando pediste imprimir Tu Pasión en mi corazón–¿ésta es la respuesta?"


¿Acaso se nos va a juzgar por la fe que tenemos o por las dudas que tenemos?, no. Por el amor. Se acaba el año paulino, y no está de más quedarnos con estas palabras eternas: "Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los angeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo estruendoso. Aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera una fe como para mover montañas, si no tengo amor no soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve. El amor es paciente, es servicial, no es envidioso ni busca aparentar, no es orgulloso ni actua con bajeza, no busca su interes, no se irrita, sino que deja atras las ofensas y las perdona, nunca se alegra de la injusticia, y siempre se alegra de la verdad. Todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca terminará. Las profecias seran eliminadas, el don de lenguas terminará, el conocimiento sera eliminado. Porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías limitadas. Cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto será eliminado. Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; al hacerme adulto, abandoné las cosas de niño. Ahora vemos como en un mal espejo, confusamente, después veremos cara a cara. Ahora conozco a medias, después conoceré tan bien como Dios me conoce a mi.. Ahora nos quedan tres cosas: la fe, la esperanza, el amor. Pero la mas grande de todas es el amor" .

5 comentarios:

Guerrera de la LUZ dijo...

Qué durísimas son esas letras de la Madre Teresa, Alvaro. Yo leí el verano pasado el libro "Ven, se mi luz" y fíjate, un día sentí miedo de Dios y lloré delante del sagrario diciéndole que cómo era posible que hubiese podido sumir a la Madre Teresa en semejante oscuridad. Aún me cuesta pensar en ello.

Pero es que es lo mismo que Dios Padre le hizo a Jesús en la cruz. Luego cuando terminé de leer, pude por fin comprender que Jesús la amó tánto, que compartió con ella sus peores agonías: el abandono de Dios y la sed.

Está claro que esas grandes heroicidades son para los gigantes de la santidad.

Guerrera de la LUZ dijo...

Me uno de todo corazón a tu plan de lucha para derrotar al enemigo.

¡Adelante, con confianza en Quien lo puede TODO!

Alvaro dijo...

Gracias, Guerrera. Sabes que esas palabras van dirigidas especialmente a aquellos que sufren, porque no hay nadie que haya sufrido tanto como Cristo, por nosotros.

Roberto Gómez dijo...

Soledad...pasamos de puntillas por ese mometo de la Pasión...admirados en la sangre y heridas del martirio...pero, ¿y la soledad?. Curiosa.

Y digo curiosa porque al mismo tiempo clarividente para el ladrón (judío) y el centurión (pagano).

¿Estaremos solos en la muerte?. Porque se muere sólo, rodeado de gente, pero te mueres tú solito.

Toda nuestra vida recogida en el Evangelio. Alguien me comentaba que era un libro maravilloso...y a mí, como libro, pues...no es ninguna joya. Pero como vida...es la Vida.

Un saludo.

Alvaro dijo...

Sí, Roberto. la soledad es tremenda. Es un grito desgarrador. Esa Sangre redentora, sin culpa del ofertante. Ese momento único y sin vestiduras, de la muerte, desde ahora, lo ofrezco por el bien de los demás...y suplicando perdón, como el buen ladrón. Yo sé que El ya me ha perdonado, pero quiero no volver a caer... Y eso sólo después de muerto es posible... Ese grito desgarrador me es sugerido por la imagen del amado Papa Juan Pablo II en sus últimos momentos, cuando no podía ni hablar, pero hablaba más que nunca.

 
follow me on Twitter
follow me on Twitter